En el Líbano existe una de las
comunidades cristianas más antiguas:
la Iglesia maronita.
Junto a ella, comunidades con otros ritos también mantienen la
presencia en esa tierra santa.
La Iglesia
católica está presente en Líbano, además de la latina, por parte de
comunidades de diferentes ritos orientales, siendo la maronita la más
numerosa, habiendo marcado profundamente la historia de Líbano.
La Iglesia Maronita.
La Iglesia
católica tiene dos raíces. La occidental o romana, y la oriental. Dentro
de esta segunda, cuatro son las sedes patriarcales que han marcado su
historia: Jerusalen, Alejandría
, Antioquía y Costantinopla.
De las Iglesias que empezaron en Antioquia, existen dos grupos: sirio -
occidental y sirio - oriental.
La Iglesia Maronita
forma parte del grupo sirio - occidental, siendo el siríaco o arameo su
lengua litúrgica. Se integra, pues, de lleno en la tradición cristiana
oriental, siendo su pueblo uno de los de raíces más antiguas de toda la
cristiandad.
La Iglesia maronita es
la única de todas las orientales que ha permanecido en plena comunión con
Roma durante todos estos siglos, pese a las tremendas pruebas sufridas
por esta Iglesia por parte monofisitas, bizantinos, mamelucos y turcos
El nombre de esta Iglesia particular procede de San Marón, monje
anacoreta con fama de santidad mencionado por Juan Crisóstomo entre 404 y
el 407. Muere en el año 410.
Su estilo de vida, desarrollado entre su pueblo, causó profundo impacto,
agrupando progresivamente a hombres y mujeres que, impresionados por su
vida, originaron diversos monasterios. Con el transcurso de los años, los
monasterios que arrancan de la experiencia de San Marón se federan,
asentados la mayoría de ellos en las diócesis de Cyro
y Alepo (Siria).
Con
ocasión de las controversias teológicas generadas en torno a la persona
de Cristo, los maronitas se posicionaron a favor del Concilio de
Calcedonia, que reconocía la doble naturaleza humana y divina de la
persona de Cristo. Los monjes de estos monasterios se enfrentaron, por
ello, a los cristianos monofisitas, sufriendo numerosos mártires (los 350
monjes mártires).
A
finales del siglo V, los habitantes de la montaña libanesa se convierten
al cristianismo merced a la obra misionera de monjes maronitas. Con
todo, la más antigua iglesia maronita de Líbano conocida es Mar Mama, del
año 749.
En
los años siguientes, las relaciones con Bizancio
se vuelven muy difíciles, llegando al enfrentamiento armado.
Entre el 702 y el 705, los monjes de Bet Morún (valle del Oronte),
monasterio que preside la federación maronita, eligieron a su primer
Patriarca, Juan Marón, consagrando posteriormente obispos en su
monasterio.
Varios
Patriarcas residen en Kfarhay, conservándose el
nombre de tres de ellos.
El
monasterio de Bet Morún
será destruido en torno al año 900.
El
Patriarca Juan II se instala en Antioquía,
regresando a los orígenes de esta Iglesia particular, donde todavía vivía
un número importante de maronitas. Pero, dadas las dificultades que
encontró, trasladó el patriarcado a Akoura
(región de Biblos, en Líbano) hacia el año 938,
territorio donde habían emigrado los maronitas en su mayor parte huyendo
de las persecuciones musulmanas, si bien todavía permanecían algunas
comunidades en Siria. Los Patriarcas, en número de 34 residirán allí
hasta el año 1.440, desarrollando una vida austera y sin sede fija.
A finales del siglo XIII, un viajero occidental encuentra, incluso,
un obispo maronita en Takrit (Mesopotamia).
Durante tres siglos, los maronitas viven aislados del resto del mundo.
Cuando llegan los cruzados, se sorprenden al encontrar una comunidad tan
numerosa y piadosa, pues se les consideraba extinguidos. Con las
Cruzadas, llega la presencia franca, acogiendo los maronitas del Líbano a
los cruzados, iniciándose cierta latinización, construyéndose numerosas
iglesias, estableciéndose unas extraordinarias relaciones, en particular
a partir del viaje de San Luis de Francia. En
1.215, el Patriarca Jeremías de Amchite acude
al Concilio de Letrán.
Pero
al ser destruidos los reinos francos, los mamelucos (1.291) traen el
desastre. Pese a ello, los franciscanos continuaron, desde 1.246, la
comunicación entre Roma y Líbano.
Con
los mamelucos, se sucedieron varias matanzas entre la población maronita,
siendo algunos patriarcas vejados, perseguidos y asesinados. Así, Gabriel
de Hjoula es quemado vivo en el año 1.367.
Otros numerosos mártires le acompañarán: Abu Karam al Hadathi sería
colgado de ganchos de hierro, en el año 1.640, Yunes
Abu Risq es empalado
en 1.697, Kanaan Daher
es asesinado en 1.741. Y junto a ellos, una muchedumbre de mártires
anónimos que en esos terribles años, testimoniarán con su vida y su
muerte la fidelidad a Cristo.
De 1.440 a
1.823, los Patriarcas residirán en Wadi Qannoubine, un profundo e inaccesible valle: un total
de 24 patriarcas allí se suceden, residiendo en el Convento de
Nuestra Señora.
De un
milenio de historia maronita, apenas quedan vestigios materiales: unas
pocas iglesias, algunos nombres de autores, unos pocos restos históricos
y algunos libros litúrgicos.
Cuando
estallan las luchas entre los mamelucos, sunitas, y los habitantes
chiítas de Líbano, los maronitas juegan un papel de intermediación, que
proporcionará al pueblo maronita respeto y cierta tolerancia..
En 1.516, Líbano cae, al igual que todo oriente, en manos turcas,
prolongándose la ocupación hasta el año 1.918.
Bajo dominio turco, los maronitas, aliados de los drusos (una secta
herética chiíta establecida en las montañas del Chouf
libanés desde el siglo XI), consiguen una cierta autonomía.
Las
relaciones con Roma persisten, fundándose en 1.548 el Colegio Maronita,
que tendrá una enorme importancia en la cultura maronita y en la vida de
otras comunidades cristianas de oriente medio. En concreto, en los siglos
XVII y XVIII, algunas comunidades de esas iglesias particulares
retornan a Roma, creándose patriarcados católicos: el caldeo, melkita, sirio y armenio.
En 1.580 y 1.596 tuvieron lugar dos sínodos muy polémicos, al forzar
cierta latinización muy discutida.
En 1.626 llegan los capuchinos a Líbano. En 1.635 lo hacen los
carmelitas. Los jesuítas se instalan en 1.656.
El
Patriarca Duhaihy (1.630 a 1.704) es la
figura más relevante de ese periodo de la historia maronita. Formado en
el colegio romano, desarrolla estudios de historia, teología,
apologética, liturgia, música. Reformará las órdenes religiosas
maronitas, creándose la primera orden maronita en 1.694: los Antoninos. Y
a esa tremenda actividad, unirá una santidad modélica.
Los años siguientes, traerán una intensa vida religiosa.
El Colegio Romano maronita es destruido por Napoleón en 1.808. En su
lugar son creados seminarios en Líbano, como el de Ain
Warqa (1.818).
En 1.823 el Patriarca se traslada a Dimane en verano y a Bkerké en invierno. Desde entonces, nueve han sido
los patriarcas que se han sucedido, siendo la independencia de Líbano una
de sus preocupaciones principales.
A
mediados del siglo XIX, el pacto druso – maronita se rompe, iniciándose
nuevas persecuciones, que culminarán en 1.860, finalizando con la
intervención internacional de Napoleón III. Se inicia, a raíz de la
matanza de 1.860, el camino masivo de la emigración.
Con la primera guerra mundial, casi un tercio de la población muere por
el hambre causado por el bloqueo y la violencia. A su finalización, la
unión entre las 17 comunidades religiosas presentes en Líbano parecía
imposible. Sin embargo, dado el prestigio del Patriarcado maronita, todas
esas comunidades delegan en el Patriarca Elías Hoayek
su presencia en el Congreso de Versalles, donde
reclamará la independencia para el Líbano. Finalmente, por acuerdo de
la Sociedad de
Naciones, Líbano quedará bajo mandato francés.
En
los años siguientes, la influencia religiosa latina se hace más evidente,
lo que provocará cierta reacción en defensa de la identidad maronita.
Tras la segunda guerra mundial, llega la independencia, que merced al
pacto nacional, consigue cierto equilibrio entre las comunidades
religiosas presentes, roto en 1.975 con el inicio de la guerra civil, lo
que será causa de nuevo para la emigración de cientos de miles de
maronitas.
La Iglesia
maronita, en la actualidad, se enfrenta a un triple reto: la emigración,
la presión musulmana y la secularización, que también está afectando
profundamente a esta Iglesia particular.
La
espiritualidad maronita.
La pertenencia a las Iglesias arameas ha determinado la espiritualidad
maronita, así como las persecuciones y su fidelidad a Roma.
Gracia al idioma común de todas las iglesias arameas, el siríaco, los
intercambios culturales con las demás iglesias locales no cesaron
nunca. Por ello, la espiritualidad maronita es jurídicamente
antioqueña y culturalmente aramea. Mientras que Roma y Bizancio formaron imperios, las iglesias arameas no
lo consiguieron nunca, perpetuando en su fracaso temporal el
experimentado por el propio Cristo.
Hasta la conquista musulmana, los maronitas vivieron del legado
antioqueño. Al haber roto con Bizancio, se mira
a Roma, ampliándose la influencia latina desde las cruzadas.
Son muy numerosos los autores libaneses que a partir del siglo XVI
destacan: Ibn al Qilá´i,
Gaspar de Chipre, Gabriel Sionita,Víctor Shalaq, Isaac Shidraoui,
José al-Báni, Ibrahim
al Samráni, Yuasáf al
– Dibsi, Abdal-Masih Libyán, Jacques Arouiin, Germanos Farhat,
Pedro Touláoui, André
Scandar y otros muchos.
Especialmente en la segunda mitad de XIX, los religiosos latinos
miembros de órdenes docentes, se extienden por todo Líbano, aumentando su
influencia y la latinización, incorporando a las devociones libanesas,
las postridentinas de Europa.
En cualquier caso, las aportaciones latinas son tardías, sin ahogar la
específica espiritualidad maronita, alimentada en sus orígenes por tres
fuentes.
La primera fuente es la eclesiástica. Los primeros maronitas vivieron sin
una regla escrita, pues los ancianos son en sí mismos la ley. En los
orígenes, no existe diferencia entre laicos y clérigos, ni entre
cenobitismo y anacoretismo. Todos están llamados al mismo ideal.
La segunda fuente específica es la liturgia, cuyo fondo es común a toda
Siria. El ordo y los
textos, los ritmos, etc., son idénticos al resto de las iglesias sirias, procedentes
del patriarcado antioqueño.
La tercera fuente es la monástica. Ya hemos visto que
la Iglesia maronita
nace de los monasterios. Durante siglos esta Iglesia es conducida por monjes.
Ser monje significaba vivir de forma más radical el mismo ideal que el
resto del pueblo. Así, el mismo pueblo vive la liturgia, es austero,
practica ayunos y reza las horas canónicas. Esta comunidad parece fuera
una gran abadía con numerosas fundaciones, formando el pueblo que vive en
torno a la misma, una especie de tercera orden.
Organización.
La comunidad maronita, extendida actualmente por muchos países, es
liderada por el Patriarca Nasrallah Sfeir.
Cuenta con varias Diócesis en Líbano, así como Eparquías
(obispados) en la diáspora: 2 en EE.UU., 1 en
Alemania, 1 en Argentina, 1 en Brasil, 1 en Canadá, 1 en Chipre, 1 en
Siria y 1 en
Alejandría.
Numerosas escuelas en sus diversos niveles, y una universidad en Beirut,
son las aportaciones de esta Iglesia particular a la educación de su
patria, atendiendo a católicos y alumnos de otras confesiones religiosas.
Diversos hospicios, dispensarios y otras obras sociales, son desarrolladas también por los cristianos maronitas de
Líbano.
Otro factor importante en la vida maronita es la relativa a las órdenes
religiosas.
Los monjes maronitas han configurado desde sus inicios –ya lo hemos
visto- la identidad de esta Iglesia particular, hasta el punto de que es
la única iglesia particular cuyo nombre es dado por un monje.
La vida eremítica originó pronto formas comunitarias de vida, dotándose
de reglas de vida y de órdenes propias.
En la actualidad varias son las órdenes religiosas nacidas de la vida
maronita, entre las que mencionaremos, por su tradición e incidencia en
la comunidad maronita, las siguientes:
1. Monjes
Libaneses.
2. Mariamitas (antes, Alepinos).
3. Antoninos.
4. Congregación
de los Misioneros Libaneses Maronitas (“kraimistas”,
pues es en Kraim donde se estableció el primer
convento de la orden, en un anterior convento armenio católico). Hoy día
están presentes en una docena de países, en los que residen importantes
comunidades maronitas en la diáspora.
Los
santos maronitas.
De la profunda y difícil
vida y de la espiritualidad de
la Iglesia Maronita,
y sin olvidar a los millares de fieles que dieron su vida por la fe, un
importante elenco de santos y beatos maronitas es la aportación de esta
Iglesia particular a la
Iglesia universal. Veámoslos.
- San
Marón. Fundador de la comunidad maronita. Se celebra el 9 de febrero.
- Santos
Liminaus y Santiago; Santas Marina, Domnina y Cora. Discípulos
de San Marón. Festividad del 17 de julio.
- Los
350 monjes mártires degollados en el año 517 por sus enemigos
monofisitas. Su fiesta se conmemora el 31 de julio.
- San
Juan Marón. Primer Patriarca maronita, monje obispo de Batrun y Monte Líbano, entronizado en el 685. Se
celebra el 2 de marzo.
- Mártires
Masabki, Francisco, Abdulmoti
y Rafael. Son los llamados “mártires de Damasco”, junto a 10
franciscanos asesinados el 10 de julio de 1.864. Se celebra el domingo
siguiente al 10 de julio.
- Beato
Namtala El Hardini.
Monje maronita, maestro de San Charbel Majluf.
Su fiesta se celebra el 14 de diciembre.
- San
Charbel Majluf. Ermitaño maronita fallecido el
24 de diciembre de 1.898. Admirado por muchos y con devotos por todo el
mundo. Se celebra el tercer domingo de julio.
-
Beata Rafca. Monja maronita. Se celebra
el 23 de marzo.
Otras
Iglesias católicas en Líbano.
Además de la comunidad maronita, otras comunidades católicas están
presentes en este país.
- Iglesia
Armenia Católica. Casi un 6% de la población libanesa es de origen
armenio. La mayoría es ortodoxa y una minoría es católica. Actualmente, 8
parroquias atienden a unos 30.000 fieles armenios católicos. Está
presente con conventos y varios colegios.
- Iglesia
Caldea Católica. En 1.551 es reconocido por Roma Juan Simón SOULAKA como
Patriarca de los Caldeos católicos. Pero hasta 1.830, en que Pío VIII
confirma en el patriarcado a Juan HORMIZD con el título de Patriarca de
Babilonia de los Caldeos, no se consolida esta comunidad oriental.
Actualmente hay dos parroquias en Beirut y una en Zahle,
que atienden a unos 10.000 fieles. Su presencia arranca en Líbano de
1.895, al escapar de las persecuciones de turcos y kurdos.
- Iglesia
Copta Católica. Su origen es el Patriarcado de Alejandría. Los pocos
cientos de coptos de origen que egipcio residen en Líbano son atendidos
en una parroquia radicada en Beirut.
- Iglesia
Greco - Melquita Católica.
La Iglesia Melquita no es una Iglesia nacional,
sino particular, arrancando su idiosincracia de
la fidelidad al Emperador de Bizanzio (“melk”, en siriaco es
emperador, término con que sus enemigos monofisitas les denominaron de
forma despectiva) y a los 7 primeros Concilios Ecuménicos. Actualmente, sus
integrantes son árabes. En Líbano existen una docena de lugares de culto
abiertos para esta comunidad.
- Iglesia
Siriaca Católica. Tiene el mismo rito y la
misma liturgia que
la
Iglesia Siriaca Ortodoxa,
habiéndose unido a
la
Iglesia Católica en 1.783. Una única diócesis agrupa en
Líbano a unos 30.000 fieles.
-
Iglesia Latina. Apenas 14.000 fieles pertenecen a
la Iglesia latina que,
arranca hoy día, fundamentalmente, de las obras educativas y
hospitalarias de las órdenes religiosas procedentes de Europa.
Los
maronitas en el mundo.
Con los cruzados en retirada, varios grupos de maronitas les siguen. De
los que acompañaron a los hospitalarios a Rhodas
y Malta, no queda vestigio. Pero de los que acompañaron a los cruzados a
Chipre, sobrevive una pequeña minoría que llegó a sumar 72 pueblos,
masacrados en gran parte a raíz de la ocupación turca.
En el siglo XIX, como consecuencia en parte de las
masacres que se inician en 1.858, la emigración masiva se plantea entre
los cristianos maronitas como una salida digna para garantizar el futuro
de sus familias.
Actualmente, casi 4 millones de personas en todo el mundo descienden de
los emigrantes maronitas, siendo especialmente numerosos en Brasil,
Argentina, Canadá, Estados Unidos, Australia y Europa.
Como ejemplo, a Argentina se dirigieron las
primeras familias emigrantes ya en 1.860, donde fueron acogidas por una
población mayoritariamente católica, sin traumas. Actualmente viven unas
600.000 personas de origen maronita.
Ya hemos mencionado en otro apartado que son en torno a la decena las Eparquías establecidas en varias grandes ciudades de
todo el mundo.
Incluso una de las órdenes religiosas maronitas actualmente existente,
fue fundada con el carisma específico de atender a las maronitas de la
diáspora y fomentar la educación católica, ya a mediados del siglo XIX:
los “kraimistas” o los misioneros Libaneses
Maronitas.
Recientemente, algunas autoridades maronitas se quejaban en el sentido de
que la identidad maronita en la emigración se pierde, en muchos casos, a
partir de la segunda generación; en contraste con las comunidades
armenias en el exilio, que mantienen fuertes lazos e importantes obras
comunitarias y educativas también a lo largo del tiempo.
Son numerosas, en cualquier caso, las fundaciones, centros educativos,
ligas, asociaciones de muy diverso tipo, fundadas por los católicos
libaneses, con el doble objetivo de salvaguardar la identidad maronita en
la diáspora y apoyar a los libaneses que siguen viviendo en Líbano entre
tantas dificultades.
La Iglesia
maronita constituye, hoy día, una realidad viva y dinámica, no ya sólo en
su solar original, sino también en otras partes de todo el mundo. Su
historia es un testimonio vivo de fidelidad, perseverancia y martirio,
ejemplo para toda la
Iglesia católica.
Por todo ello, es
responsabilidad de los católicos el apoyo activo a los maronitas
libaneses que resisten en esa tierra regada con la sangre de sus numerosos
mártires, que son también de toda la Iglesia Universal.