Para conseguirlo
los médicos
sometieron a los
padres a un
tratamiento de
fecundación «in
vitro» y a una
biopsia de los
embriones para
localizar a los
que eran
potencialmente
sanos y no
portaban una
mutación en el
gen BRCA1. Este
gen no es el
único que
dispara el
riesgo de cáncer
de mama, pero
las personas que
lo portan tienen
entre el 50 y el
80% de
posibilidades de
desarrollar la
enfermedad.
CORTAR
LA HERENCIA
El padre de la
pequeña era
portador de ese
gen y temía que
sus hijos
continuaran con
esa terrible
herencia después
de ver cómo lo
sufrían tres
generaciones de
mujeres de su
familia, entre
ellas su abuela,
su madre, su
hermana y una
prima.
El director de
la Unidad de
Reproducción
Asistida del
hospital,
Paul Serhal,
medico libanes
explicó que «el
legado de los
padres es
impedir que esta
forma de cáncer
que ha malogrado
a la familia
durante
generaciones
afecte a su
descendencia».
Pero el
nacimiento de
esta niña da
argumentos a
quienes
denuncian una
progresiva
admisión de «bebés
a la carta». Con
la selección
genética se
impide el
nacimiento de
embriones que
quizá nunca
hubieran tenido
cáncer. No
existe un cien
por cien de
posibilidades de
que los
portadores del
gen BRCA1
desarrollen un
tumor y si así
fuera, existen
tratamientos
eficaces si se
detecta a tiempo.
Con la selección
genética tampoco
se elimina en su
totalidad el
riesgo de sufrir
un cáncer de
mama. En la
enfermedad
existen otros
genes y otras
causas
implicadas.
En este caso, el
equipo del
University
College obtuvo
un total de once
embriones. A los
tres días de
desarrollo se
les realizó una
biopsia para
saber si eran
portadores del
gen BRCA1. Seis
de los embriones
eran portadores
y fueron
destruidos. Dos
potencialmente
sanos fueron
finalmente
implantados en
la madre, una
mujer de 27 años
que quedó
embarazada
finalmente de un
único feto.
Alrededor de mil
bebés han nacido
hasta ahora
beneficiándose
de ese método de
selección
genética para
eliminar la
carga genética
de otras
enfermedades.
Casi siempre se
ha recurrido a
ellas para
cortar la
transmisión de
males como la
fibrosis
quística o la
enfermedad de
Huntington o la
distrofia
muscular que no
tienen hasta el
momento un
tratamiento
eficaz. Los
recelos éticos
aumentan cuando
la técnica se
aplica en
tumores como el
cáncer de mama o
el
retinoblastoma
-un tumor de los
ojos- , donde es
difícil asegurar
que los niños
que hereden la
alteración
genética
desarrollarán la
enfermedad.
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